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Busca, busca.....


1/09/2007

Bajo el asfalto de enero..........


Lo vi. bajo el sol, con un trapo color caqui como pantalón, descalzo y el pelo hasta la cintura. Mas era un amasijo que cabellera. Caminaba sin rumbo, dando tumbos, aplastado por el pavimento, el alquitrán negro chicloso bajo los 36°C a la sombra. Las calles desiertas atestiguaban un domingo a la hora en que las ánimas pasan el calor bajo los frescos árboles de las viñas de las inmediaciones. Me hizo recordar la canción "El mendigo del Dotzu, de Moris". El estaba en medio del cruce de calles, solo un par de autos que escapaban del sofocante calor como cucarachas, pasaron a su lado haciéndole el quite. El giraba sobre si en medio del cruce. Caminaba cuatro pasos al norte, luego tres al sur, dos a su izquierda y otro más al norte. Como un trompo endemoniado sin norte, una brújula maldita guiaba sus pasos hacia la profundidad de su demencia. Entonces pensé: "Por que me diste de beber cuando tuve sed, por que me diste de comer cuando tuve hambre.....". Me detuve en un negocio rápidamente, pedí una bebida helada, muy helada y dos empanadas. Una de pino, no, mejor dos de pino. ¿De que son esas? pregunte. De camarones con queso derretido y anchoas, me dijo la niña del mesón. Déme de esa también. Pero rápido !!!!. La tipa de la caja parecía hacerlo lento a propósito. Mientras yo lo miraba a El desde la vidriera. Ya no estaba en la esquina haciendo cabriolas al tiempo. Se había ido. La cajera comenzó a tener problemas con la maquina, ponía cara de simio frente a un ábaco, y todo lo hacia mas lento!!!!!. Al fin pague y salí a buscarlo. Acelere y ya había recorrido un par de cuadras y estaba por creer que se me había fugado por alguna puerta por un horno al centro de la locura, de su locura. Solo las aceras vacías, las grandes extensiones de pasto seco, el alquitrán del asfalto que emanaba ondulaciones sicodélicas, como un gran paisaje de Van Gog. Soles amarillos dando vueltas e irradiando el calor de Macondo. Aquí. De repente lo divise, pare el auto cerca de El. Me baje con las empanadas y la bebida. Me acerque a El. Y el olor pestilente que emanaba de su cuerpo me recibió a tres metros de El. No tenía más de 25 años. La cara hinchada por el alcohol con que dopaba la soledad y nuestro abandono. El una vez estuvo en los brazos de su madre. Solo atine a decirle, Hermano, tienes hambre?. (Harto hueona mi pregunta). Balbuceo algo ininteligible para los humanos, mas no para los Ángeles. (Yo no le entendí nada). Y le pase el cambucho con la comida y le destape la bebida. Se sentó en el césped exterior de una linda casa. Una casa como la mía. Bajo la sombra fresca de un árbol. Lo deje comiendo, le bendije desde lo mas profundo de mi corazón y me fui. Pero me fui con una sensación de vacío. Fue lo mismo que hubiera pasado por la misma esquina y simplemente le hubiera hecho el quite como los demás. Creo que en cierta medida actué igual. Sentí decepción de mi por no llevarlo a casa, por no manguerearlo con agua y lavarlo, por no cortarle el pelo, por no vestirlo con suaves y frescas telas.
En cierta medida el y yo somos iguales. El camina con la brújula descompuesta hacia el norte de su locura, perdido, abandonado, solo. Y yo, que camino solo, con mi silencio eterno a cuestas hacia Cristo, que es la única promesa de vida que tengo. Dos seres bajo el caluroso desierto de asfalto. Cada uno hacia su segura promesa.

1 comment:

Anonymous said...

PROBANDO, PROBANDO........