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8/22/2006

MANTEN TU NORTE.....SIEMPRE

Lectura bíblica:
Cantares 4:12; Oseas 14:5-7; Marcos 4:5-6, 16-17

Una vida superficial
Marcos 4 habla de la condición del corazón del hombre y de la forma en que recibe la Palabra. No solamente se aplica a los pecadores que escuchan el evangelio, sino también a los creyentes que reciben el mensaje de edificación.

¿Qué clase de vida complace al Señor y perdura? ¿Por qué algunos han fracasado o se han regresado a mitad de camino? ¿Por qué son pocos los que siguen al Señor hasta el fin? Algunas personas al principio están muy dispuestas a abandonarlo todo, a consagrarse totalmente al Señor y a seguirlo, pero cuando se les presenta algo que es contrario a su propia voluntad, pierden el deseo de seguirlo.

Si usted nunca ha sido disciplinado por el Señor o no se ha consagrado totalmente, vendrá el día cuando el Señor lo llevará a donde usted no desea ir, y usted rechazará lo que El escoja. El precio será demasiado alto para usted y se dará cuenta de que no puede pagarlo. Por esta razón, tiene que ser disciplinado por el Señor hasta que se consagre plenamente, tome la cruz y lo siga hasta el fin. Los que se regresaron o cayeron a mitad del camino son los que no tienen profundidad de tierra.

“Brotó pronto” (Mr. 4:5) Esto se refiere a quienes reciben la Palabra y tienen un comienzo bastante notorio, pero no llegan a producir ningún resultado por carecer de raíces, y cuando sale el sol, se queman y se secan. Cada palabra trae consigo aflicción y persecución. Dios prepara las circunstancias que acompañan todo lo que El dice, para probar si hemos recibido Su mensaje debidamente. El sol es la señal evidente del amor del Señor.

La cruz establece una separación no sólo entre el que es salvo y el que perece, sino también entre los creyentes que vencen y los que son derrotados. La aridez espiritual es el resultado de haber luchado con Dios y haberle rechazado por el deseo que uno tiene de ganar. La señorita Barber dijo en cierta ocasión que el Señor partirá todo pan que esté en Sus manos. Muchas veces nos ponemos en las manos del Señor, y al mismo tiempo pedimos en nuestro interior: “Por favor no me partas”.

¿Por qué los que están en pedregales brotan tan pronto y se secan tan rápidamente? En primer lugar, porque no tienen “profundidad de tierra” (v. 5). Aquel que se encierra en sus circunstancias o en sus emociones carece de profundidad de tierra. Los que tienen raíces profundas viven por encima de sus circunstancias, no dependen de sus sentimientos y viven en el Señor. Dios los sostiene y les da la provisión y el poder que sobrepasa las circunstancias.

En segundo lugar, no tienen raíz. Los que llevan una vida superficial son como el tallo de una planta, pero los que tienen una vida interior son como la raíz. Las raíces evidencian una vida escondida y secreta. El Señor dice que cerremos la puerta de nuestro aposento y oremos en secreto (Mt. 6:6). Dios nos verá, no dice que nos oirá en secreto. La vida que se expresa delante de los hombres está llena de peligros. La vida que se expresa delante de Dios es la más segura. Los que reciben la disciplina de Dios en secreto y tienen raíces profundas vencen todas las aflicciones y persecuciones.

Tercero, hay rocas bajo la tierra. Por encima, todos los lugares tal vez parezcan iguales, pero debajo de la tierra en algunos hay rocas. Las rocas son corazones endurecidos (He. 3:15). Si deseamos oír la Palabra del Señor, no podemos endurecer nuestros corazones ni tener prejuicios. Los que todavía tienen el yo oculto y no han sido quebrantados por el Señor, no tienen raíces hondas. Las rocas son pecados escondidos. Si éstos no son eliminados, las raíces no pueden extenderse muy hondo. Solamente crecen quienes tiemblan ante la Palabra de Dios y son débiles como niños. El Señor tiene que aplastar todos los corazones endurecidos y los prejuicios. El puede cabalgar en un potro que nadie ha montado antes, y puede enfrentarse a los que nunca antes le han obedecido.

Una vida con profundidad
Oseas 14:5-7 menciona el Líbano tres veces: Se le contrasta con el lirio, se le compara con el olivo y se le asemeja a la vid. Los cedros del Líbano son los árboles que tienen las raíces más profundas. Nosotros también debemos descender y echar raíces lo más hondo posible; debemos dirigir nuestro crecimiento a las profundidades.

El lirio es hermoso, pero crece en el desierto. Nosotros somos el lirio del valle, no del florero. El que cuida de nosotros no es el jardinero, sino Dios, y exclusivamente de El recibimos nuestra provisión, no de los hombres. La lluvia del cielo nos riega, y Dios mismo nos sostiene.

La belleza del olivo no se halla en sus flores sino en su fruto, pues éste contiene aceite. Por eso, nosotros debemos producir el fruto del Espíritu. La flor de la vid es muy pequeña. Antes de ser notoria, se convierte en uva. Las flores de la vid no expresan belleza sino que llevan fruto.

Una vida escondida
En Cantar de cantares 4:12 se menciona un “huerto cerrado”. Es un huerto, no un parque, y está cerrado, no abierto. Dentro del huerto hay frutas y flores. Todo lo que tenemos debe estar dedicado exclusivamente al Señor. Esta es la razón por la cual debemos estar cerrados.

“Fuente cerrada, fuente sellada”. Algunas versiones usan la palabra pozo en vez de fuente. Un pozo es hecho por el hombre, mientras que una fuente es natural. El pozo sirve al hombre, pero la fuente recibe de Dios. La finalidad del pozo es el hombre, mientras que la de la fuente es el Señor. Aunque nuestra meta es el hombre y somos útiles al hombre, de todos modos estamos “cerrados”, y esperamos que el Señor nos abra y nos use. Aunque nuestra meta es Dios y sólo recibimos de El, estamos “sellados”. Debemos estar cerrados para Dios y para los hombres. Debemos permitir que la cruz haga una obra profunda en nosotros y ponga fin a nuestro yo para que tengamos una vida profunda. Debemos mantener una vida escondida delante de Dios.

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