EL PODER DE LA PALABRA

Entonces, vino a mi la Palabra, y la Palabra salio de mi.
Por que antes, ella vino al mundo en forma de hombre.
Que es Cristo al que llaman Jesús, Hijo primogénito de Dios.

Vino en forma de hombre, en forma de la Palabra, que en si mismo
alberga la substancia de Dios. Cristo es la Palabra, la esencia de Dios y la manifestación de su poder, gloria y de su amorosa majestad y grandeza.

La Palabra salio de mi boca, mas mi boca solo era vasija y arado por donde se manifestó la soberanía y potencia de Dios. Salio con su poder transformador, con su poder sanador, con su poder de penetración y disección del alma humana. Por que todo es revelado ante Dios, nada le es oculto.

La Palabra vino a mí y se clavo en mi pecho, y mi corazón, y mi mente y mi alma. No pude huir de ella. Por que ella esta en todo lugar.
Entro en mí como una estaca de fuego clavada en la profundidad de mi existencia.
Y me revelo mi origen, mi camino y mi destino. Que es en Dios y su Ley.

Y así como Dios es en Cristo, su substancia prima. Cristo es en mí y Dios mora en mis tuétanos.
Soy origen y destino. Soy camino y lucha, Soy siervo y guerrero, soy dulce soledad en los ojos y a los pies de mi Señor.
Le aguardo como el perrillo que bate su rabo y espera a la puerta por donde vio partir por última vez a su Amo.
Soy nada, mas lo que pueda llegar a ser, lo soy solo en Cristo.

La Palabra broto de mis labios, mas no era yo quien la originaba, mis labios pronunciaban lo que me había sido revelado y ordenado que dijese, por presencia y acción del Espíritu. Instrumento y herramienta a los propósitos del Señor es mi actuar en sus caminos.

Mi corazón se estremeció al sentir el fuego de su poder contenido en la Palabra que salio de mi boca. El perrillo sintió la caricia en el lomo, de su Amo.
Más también el peso de la armadura para la batalla, que es la propagación de su misericordia, su amor y su esperanza contenida en Cristo que es Dios mismo.

La presencia de la Palabra en toda cosa, como cristal para la observación de las causas y sus hechos, su luz esclarecedora de toda situación, su poder modificador y de regeneración, es la presencia de Cristo en su magnificencia.

A ti bendita y suprema existencia infinita, a ti, resumen de la verdad y la luz, a ti Señor de Señores, sea encausada toda alma, toda vida y toda aspiración de la creación viviente. Tu eres el punto de origen y final de la existencia humana. Dios y amor de mi vida.