Dulce Señor de la esperanza. Tu, Señor y fortaleza mía.
Tu, gracia y fin de mi vida
Tu, Señor de mi consuelo
Tu, Señor de los cansados, los hambrientos, los olvidados
Tu, Señor de mi amor
Tu, Señor de mi soledad. Gozoso consuelo en Cristo.
Tu, mi dulce morir de mi yo. Mi gloriosa promesa.
Tu....Señor victorioso en tu cruz luminosa
TU...Mi Señor.
¿Acaso el despuntar de la mañana y su claridad
encontraran más silencio y paz que en tu mirada, Mi Señor?
¿Acaso las voces de mis hermanos no me resonaran como ecos del dolor?
Tanto dolor que mitigar Señor, tanto.
Sin embargo ahí estarás tú, Señor del silencio de tu creación.
Donde se posa la lágrima del que sufre, brilla tu amor por el que la derrama.
¿Ves como tu obra lucha por manifestarse en nuestros corazones mi Señor?
Mira como tu siervo, Padre del Infinito, desea morir para si, en los tuyos, para tu hijo mi Señor.
El alma mía que tu me has puesto Señor mío. Anhela tu presencia de día, y gime por la noche si no te encuentro, Padre de mi esperanza.
Ven Señor redentor por lo que es tuyo. ¿No ves como busco tu ley por la mañana, antes de clarear el día?
Aquí estoy, Señor de la Eternidad. Como el perrillo que aguarda a su amo, desde donde le vio partir. Ven Señor de mi alma, y trae contigo tu Justicia Libertadora, tu Juicio Santo sobre las naciones y las almas. Ven y sacia nuestra larga espera, para adorarte con cada nota profunda de nuestro ser.
Ven Señor.......
Ven.
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