Me enamoré de tu ausencia omnipresente
y llegué a ser un buscador del infinito,
rastreando tus huellas me transformé en un mito,
en una parábola viviente de un amor que quiere verte.
Y sin embargo los ojos no me alcanzan
para ver los tuyos reflejados en el lago
pues sólo las pupilas del alma, en arrebato enamorado
llegan a contemplar las tuyas en mi alma.
Escondido, entretejiéndote en las horas que devana el día,
coloreas cada minuto de mi tiempo,
eres la trama de mi caminar y mi sustento,
la dulce ausencia que mi soledad ansía.
Tan intangible como el espejismo de mis sueños,
tan inabarcable como la profundidad del universo,
tan alto como las montañas que tocan el cielo
y tan profundo como el silencio en una noche de invierno.
Tan callado que tu silencio grita en mis adentros,
tan suave que seduces, tan íntimo y secreto,
tan delicado, acogedor, tierno y austero
que me enamoran sin palabras tu voz y el viento.
Presente en cada ausencia
y ausente en tu presencia acogedora
¿Será acaso tu ausencia la que me enamora
y la que enciende mi caminar en tu presencia?
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